domingo, 18 de noviembre de 2012

El Estancamiento del Desierto o Crítica a la Anquilosada literatura Nortina



Leí o escuché a alguien decir - a estas alturas, es igual - que Antofagasta en algún momento se convirtió en un purgatorio artístico: no puede haber frase más acertada, Dante estaría de acuerdo. Vivimos en una ciudad que sobrepasa los 340 mil habitantes, lugar que al pasar de los años ha sabido transformarse en un puerto cosmopolita y lleno de un pujante crecimiento, y para quienes han vivido un par de décadas en ella notarán dicha evolución, esa creciente madurez que se ha cernido sobre todos nosotros. 

El desierto fue y sigue siendo una frontera inquebrantable, usada por muchos para la imaginería, para el reflejo de los hitos más hermosos y fantásticos, para crear todo un mundo literario, todos plasmados de manera brillante por la mano de Andrés Sabella, Mario Bahamonde, Antonio Rendic (Ivo Serge) y Nicolás Ferraro; a través del larismo, sacaron del abismo solitario a las letras nortinas. Jaime Quezada, poeta y gran precursor literario de nuestro país, siempre postuló que un escritor es también un crítico de todas sus letras y de las letras de los otros, de quienes lo rodean. Pues bien, ¿Qué ha pasado con las letras en Antofagasta, en aquel remanso donde hace muchos años nos abrieron la puerta hacia el mundo, que ha pasado que no quiere despegarse de la metralla del polvo y el asedio de las ánimas salitreras? ¿Es que hemos caído en el tedio del conformismo insuperable, se han alzado nuevamente los muros del calor? 

No es nuevo el hecho que en nuestro país dedicarse a las artes es una tarea titánica, los fondos son escasos, la competencia feroz y las oportunidades acotadas, y el problema, sobre todo, con estas últimas, es que un numero indeterminada de ellas se arreglan por secretaría, por el sutil “pituto”. Marietta Morales, Poetisa y gran valor de nuestra ciudad, lo ha señalado: Los grupos literarios en Antofagasta, toman el modelo feudal de señores feudales y siervos, solamente para lograr algunos millones de pesos en los fondos concursables para promover la cultura y (a unos) personajes de egos enormes que gritan a los cuatros vientos que sueñan con ser Premio Nobel. 

Las consecuencias de lo anterior son nefastas: nuestra región se transformó en el púber aletargado en constante búsqueda de su identidad literaria, la cual jamás ha podido desprender de las paredes heredadas por los cuatro grandes del norte: la mayoría de quienes están a la cabeza de los centros literarios de la región NO QUIEREN (sea por necedad, soberbia, arrogancia, arbitrariedad, falso arraigo o, incluso, ignorancia) dejar que la niña se convierta en mujer, que aquella hembra crezca y viva los periodos de su vida, que se lance al vacío y pruebe por sí misma esa libertad que tanto anhela. ¿Acaso no puede nacer de estos yermos paramos un nuevo movimiento, unas letras ardientes de nueva savia, que la lleven hasta lo más alto de su género? ¿Cuál será, acaso, el miedo que se cierne sobre las cabezas de aquellos que, pudiendo dar la mano a tantos noveles literatos, a tantos niños y jóvenes que desean expresarse, simplemente la niegan, sólo por no escribir sobre pampas, sobre desolación y labios partidos por la sal? 

No han aceptado el hecho que el mundo se ha reunido en torno a los simbolismos del nuevo milenio, que ya no existe la batalla entre hombre y el desierto, entre vida y artificio, que todos tenemos a la mano el místico Aleph borgiano, donde podemos acceder a toda la información del mundo, y crecer junto a ella; no han aceptado que las letras del norte grande ya no les pertenecen, que muchos de los que han llegado a sus puertas han sido desechados, no por falta de talento, sino por falta de tierra seca en sus obras. 

Nuestros representantes, quizás, nunca superaron su complejo de Edipo, viven teniendo fantasías con sus padres y no dejan a sus hijos crecer en paz, crecer libres. 

Finalmente, todo nos lleva a una gran gama de cuestionamientos, de culpas incluso. Pero sobre todo, nos lleva a una pregunta, la cual determinará el futuro de la creación literaria de nuestras tierras: ¿qué haremos al respecto? Decidir el camino a seguir es el siguiente paso.

sábado, 13 de octubre de 2012

Pájaro Muerto de Tantas Vueltas



Hoy, en este mundillo de repisas desempolvadas y recuerdos escritos en post-it atornillados a las paredes, les dejo una adorable presentación en relación a Murakami, el nuevo Nobel de Literatura y la realidad de las letras que no cuaja entre círculos cerrados de vejestorios.



“¡Ganó el chino que te gusta!”

Por Andrea Silva I.
Profesora


Y en verdad fue efusivo cuando me lo dijeron en casa, tras verme salir del dormitorio este miércoles pasado mediodía.

-“Naaah” -les respondí. “El que ganó es un chino ‘ene-ene’. Y a todo esto, el que me gusta es japonés”
-Ah –me respondieron. Es que se parecen tanto todos los chinitos…

Fuera de la idea -casi eufemismo- que formulo cada vez que oigo algo como lo anterior, de una u otra forma no tengo cómo discrepar al respecto. Es válidamente certero.
Y más allá de la casi “talla nacional y mundial” que aluda a “si todos son chinos; todos son iguales”.

El Ombliguismo que padece occidente no parece haber cambiado ni siquiera hoy por hoy, en que las pérfidas tecnologías –que me tienen langüeteando mi monitor todos los días- prácticamente empelotan los resquicios más ocultos de los autores y autoras de las artes literarias. Remitiéndonos al mantra-karma de este caso.

Guan Moye (la figura tras el –ahora- popular seudónimo de “No hables”, como se translitera “Mo Yan”) es, sin duda, la representación del escritor contemporáneo. Pese a que no lleva resquicio alguno de las irrealidades del literato de nuestra era.
Es un individuo que juega con su bajo perfil, considerando que tras su sufrida infancia y sus raíces forjadas en uno de los países más curtidos por el ‘concepto’ de Política –víctimas y victimarios, comprenderán-, saluda y olvida el devenir de los tintes que “el Mao” o “el Caos” han bañado China.
Por otra parte, la crítica literaria –o la clasiquista Copia y Pega- aún insiste en arremeter que Gao Xingjian, el primer Nobel de Literatura chino, tenía “menos méritos literarios” a la hora de subir a la palestra sueca.

Sus composiciones tampoco soy muy admirables, desde el punto de vista de una Ratona de Biblioteca: leer frases como “escritor de Realismo Alucinatorio”; hacerlo sinonimia de Faulkner y García Márquez, entre otros… Siento que nos estamos volviendo flojos para los argumentos.

No volvamos a la Era de los Monosílabos, por favor… ¿Sí?
Junto a lo anterior, se suma un pormenor sinceramente idiota, al avanzar en la mayoría de los reportajes de las últimas horas, aplaudiendo las causas perdidas y los N.N. de las letras. Bien por ti, Nobel: ahora eres una Fundación sin Fines de Lucro.
¡Oh, cáspita: los millones en premio! Pequeño detalle olvidado.

Todo se vuelve mucho más idiota si recordamos a la eterna leyenda de las menciones premiadas, el real pensamiento de Alfred Nobel: cada uno de los individuos condecorados con este Honor, son representantes no sólo de su área creacionista (artes y ciencias… ¡Cómo me debe estar puteando el buen da Vinci, al separar así el Humanismo!), sino del pensamiento de una nación. Del grito de esperanza de esa nación.

Y es preciso decirlo: Mo Yan no grita.
Ni por él. Ni por su nación.

Posiblemente es un pensamiento farsante, considerando que quien les habla es partidaria acérrima de Haruki Murakami y Alice Munro.

Madrugué el miércoles con el deseo que ganase Haruki, y salir a “predicar la palabra Murakamiesca” por toda mi comuna.

Sin embargo, deja de ser farsante si asumo mi propia inestabilidad política y coloco sobre esta mesa literaria que, lamentablemente, el hilo crudo de la política –aludiendo a que “mientras menos luzca, más te luces tú”- siempre va tirar a favor de los intereses ajenos.

¿Una suerte de “nunca quedas mal con nadie”? Por qué no.

Por otra parte, y con un propinadísimo manotazo en la misma mesa: ¿quién de nuestro país se planta frente a mí y reconoce haber leído un solo trabajo de Mo Yan?
Olvídense del asunto “es que acá no importa el ranking de ventas”.
Estamos hablando de una Representatividad de Visión. De un individuo que, tras leerse, permite leernos en él. O negarnos en él.

O sencillamente leerlo. Como poco sucede en Chile.

No existe ninguna editorial -¿qué pasó, independientes?- ni biblioteca, ni librería en el país que tenga un trabajo del Nobel de Literatura 2012.
¿Y justo a fines de año vamos a encontrar en nuestros estantes más cercanos una edición?
¿Nuevamente se repite el mantra triste de “esperar que sea famoso” o “saber que existe en la tele” para leerlo?

Me sucedió algo cercanísimo con Murakami y con Munro.
Los conocí por conversaciones con contactos mexicanos y españoles, respectivamente. Ni siquiera por mi vínculo directo con las letras.
Ni por mi encierro y pantallazo constante, en busca de algo por leer que no tuviere que ver con Putas, Desiertos y ‘Pacos’.
Y debo decir lo obvio: he bajado los ceros de la cuenta monetaria familia, comprando los trabajos originales de ambos autores.
Pero los conozco. Y los critico desde el conocimiento.
Al ‘Silencioso’ Mo Yan apenas y le conozco “Grandes pechos, amplias caderas” (que es una versión de la saga de La Buena Tierra de Pearl Buck y los capítulos más plañideros de Oshin, con alusiones un poco más mojadas y pegajosas, a momentos.  Igual y léalo: vuélvase el universo) y un fragmento de “Rana”, trabajo que lanzó el 2011.

Desde ese punto lo desconozco.
Y es peor: porque lo critico desde mi desconocimiento.

En efecto, condicionada con una voluntad casi groupie, el pasado miércoles me armé de alarmas y despertadores a las 7.00 am, para ver el comunicado en vivo, via streaming, del flamante nuevo ganador del Nobel.

Ganador, decimos… No electos.
Como si fuera el triunfo tras una guerra injusta, llena de víctimas propinando en pos de algo parecido al júbilo. Como si el Loto o el Kino finalmente tomó la luca invertida el último fin de semana, puesto casi sacramentalmente en el quiosquito vecino.

Quizá el ego de muchos literatos languidece con ese argumento pero, vamos… seamos sinceros: el triunfo contemporáneo huele a cheques de varios ceros y a editoriales con pretensiones snob.

En fin… A reír de buena gana.
En lo personal, iré juntando mis 28 mil pesos para comprar, el próximo año, algún físico de Mo Yan.

O mejor: para releerme a Murakami en Baila, Baila, Baila.
“La sangre tira”, he leído.
“la vida tira más”, les digo yo.

jueves, 4 de octubre de 2012

Las Moscas de París






IX 

Que te prefería desnuda y en silencio, mi Rosalba, dormida y apoyada sobre un costado, dejando que el viento nocturno y la luz de la luna se refregaran sobre ti, cual gato perezoso asediando el lomo sobre tus piernas desnutridas; observarte el rostro pálido e informe en medio de tanta penumbra, sentir tus leves resoplidos y recordar tus muecas de amor, el lunar que sobresale en tu pecho y todas las palabras de amor absurdo que vomitábamos en la boca contraria, tan metálicas y cargadas de culpa. Que te prefiero así de ensoñada y no al recordarte al despertar tan temprano para tomar los 45 euros de la mesita de noche aturdida con tanto tabaco, verte cojear hasta la puerta y cerrar coquétamente un ojo en signo de complicidad y despedida. 



Fragmento, "Las Moscas de París"
Bernardo Cienfuegos.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Lo que Nos Toca

Este tiempo se había transformado en el nuevo modernismo, en los romances obscenos con los sueños sin sentido, con los principios de evasión, la soledad y las utopías personales; el conformismo se incubaba en los rincones de las casas, la televisión lamía cerebros indiscriminadamente, nos vendía aire y vacío, nos regalaba ausencias, olvido, terror y desnudos: circo y más circo, pero del barato y sin sentido.

Los tiempos se habían transformado en los nuevos modernos, en sentirnos geniales por tener el auto con ruedas más grandes y el equipo musical tocando eso que querían llamar música, ese ruido constante como el de los trenes oxidados que deja a los púberes creyendo que todo se reduce al juego del emboque, nos dieron el cantar de los pájaros encerrados en cajas mágicas y nos mostraban la opulencia de otros, y estaba bien, era suficiente, justo y necesario. Y aun cuando extrañábamos callecitas que no conocíamos y jugábamos a ser felices con menos plata y con más deudas y con hambre y esperas largas en la locomoción y los consultorios, donde la vieja queda botada en cualquier parte porque es vieja simplemente, porque estorba o no se acuerda, porque el hijo se va a la calle o donde los amigos bacanes: éramos modernos, unos de medio pelo u otros que “se juran”, incluso, postmodernos, los adelantados… pero no.

¿Qué nos toca hoy, en este presente donde se nos cae el techo y la vergüenza a pedazos, donde no fue suficiente escapar con esos bonos de tanto en tanto o la buena onda de unas caras bonitas que te pintan el cielo azul, ese cielo que hace mucho no es azulado sino gris por el smog que te tragas todos los días a todas horas, los mismo caballeros de cierto olimpo que venden el alma de cada hermano, justificando todo con exactas cifras y crecimiento abundante, o ese mar que se lo lleva todo sin aviso…? Estamos solos pues compadre, perrito, estamos como un dedo que no tiene nariz en la cual entretenerse, donde nos quitan el aliento por cualquier cosa, porque los que apagaron la cajita de colores con farándula y tetas al aire, los que decidieron pensar en lo que pasa en sus entornos terminaron con depresión y angustia, quedaron a merced de la culpa y prefieren enterrarse en mil libros o ver películas o volver a lo de siempre y estar tranquilos o algo parecido…

Al final, hoy mismo, preferimos buscar un par de frases de mentira en tal o cual red social para sentirnos un poco menos indecentes, pero da igual. En mi caso, me las invento siempre... en mi caso, que decidí abrir los ojos y olvidarme de las sombras reflejadas en el fondo de mi propia obscuridad, me repito como un mantra mal pronunciado: “la vida se había vuelto una noche constante: entonces aprendí a soñar.”

martes, 25 de septiembre de 2012

Entre Sueños




Entonces Juan miró sus ojos como si nunca más pudiese hacerlo y mientras le entregaba la flor que arrancó de una casa en el camino, le invitó un café. Cuando ella comenzaba a abrir sus pequeños labios para contestarle y él respiraba profundo para contener las ansias de abrazarla y no dejarla ir nunca, lo despertó el chillido del reloj justo a las siete y quince de la mañana, con el suspiro aún en la garganta. Cinco minutos más tarde era la ducha, el cepillo de dientes que no aparecía, el zapato tras la cortina y las llaves dentro del refrigerador, dejar el gato en la entrada, correr por las escaleras para no perder el bus colectivo que lo lleva al trabajo… a empezar con la rutina.

“Perdón, perdón” repetía mientras recogía los papeles de su colega, con el que había chocado por estar pensando en Antonia y el encuentro que tendrían en la tarde; si ya lo había planeado tanto no podía salir nada mal, era un hecho y sonreía entre dientes al entrar en su minúsculo mundo entre tableros de madera, que hacían de oficina. Y las fotocopias e impresiones salían manchados con los dedos de Javier, derramaba el café que llevaba a su jefe, y en vez de redactar los presupuestos para el plan de ventas del próximo año, escribió toda una pauta y hasta un par de poemitas cursis para su encuentro con la chiquitita de ojos claros, tan menudita y hermosa, con aquel carisma sin igual que lo llevaba a treinta centímetros del suelo durante el día y por la cual se había ganado muchas reprimendas.

Salió veinte minutos mas tarde de lo habitual de la oficina y eso lo llevó al borde de un colapso nervioso. Corrió a más no poder hasta llegar al Paseo de los Sauces justo en el momento en que ella, con un vestido rojo y el cabello suelto, daba vuelta la esquina sur. Tomó la primera flor que vio cerca y comenzó a acercarse torpemente entre la gente, sin dejar de contemplarla entre las hojas de los árboles arrastradas por la brisa de la tarde y el aroma del café recién servido que escapaba de los restaurante, las palomas levantando el vuelo cerca de ambos… Al quedar frente a frente ninguno dijo nada durante unos segundos, solo sonrieron. Entonces Juan miró sus ojos como si nunca más pudiese hacerlo y mientras le entregaba la flor que arrancó de una casa en el camino, le invitó un café. Cuando ella comenzaba a abrir sus pequeños labios para contestarle y él respiraba profundo para contener las ansias de abrazarla y no dejarla ir nunca, lo despertó el chillido del reloj justo a las siete y quince de la mañana, con el suspiro aún en la garganta.



Imagen: Otoño, El Boulevard, 1994
Óleo/Lienzo.Colección Particular

viernes, 21 de septiembre de 2012

Aparecidos Anónimos




Esa mañana, mientras avanzaban las obras de reparación de la carretera, una pala cavó en un lugar que no debía, apareciendo bajo unas piedras tres sacos con restos humanos. El teléfono sonó temprano avisando inmediatamente al comandante Romero sobre el asunto, ya que debían tomarse medidas urgentes para evitar mas escándalos y no arriesgar así una de las cabezas mas importantes a cargo del país: el vicepresidente. Siguiendo con el plan estipulado hace años ante este tipo de situaciones, se intervinieron los canales de comunicación en las instituciones correspondientes y se llamó a terreno a un par de “especialistas” en el área arqueológica para cotejar las osamentas.

Varios días después aparece un artículo en la prensa sobre restos indígenas hallados en las afueras de Santiago por un grupo de trabajadores, en los cuales se habrían encontrado cerámicas y otros objetos que acreditarían este hecho. No fue difícil cubrir las huellas de lo sucedido, los peones eran jóvenes y de pocos recursos, únicos testigos. Tan pronto como la expectación disminuyó, se archivaron los restos quedando una vez mas como aparecidos anónimos, salvo un trozo de papel que la pala liberó de un bolsillo y se alejó del lugar: " hermana mía, si lees esto, no lo logré... me callaron para siempre.”

jueves, 20 de septiembre de 2012

Máximas Mínimas


(Recopilación)

I

O eres lluvia o agua de los ríos, o corres entre las vertientes de las rocas sinuosas o te descuelgas de las grandes montañas o te dejas respirar por mil seres a los que das vida; eres el llanto de un niño o sabia de mil bosques… o esencia de mil flores… entonces, ¿por qué tanto odio por aquella diferencia, si aquella alma que compartimos está nutrida por aquel manantial, aquel paraíso que es todo océano?

II

Me hace falta esa libertad que como niño concebía como natural, aquella que al ser adulto se vende envasada en fines de semana sin sentido.

III

Olvídense de las letras que brotaban de mis dedos, esos tiempos están derramados entre las sobras del terror; al frungir, tus versos destrozados han creado en mis manos tu nueva alforja: Literaturbia.

IV

El pordiosero, mirando su reflejo se dijo: "¿realmente debes justificarte ante el resto?" Entonces cerró los ojos y suspiró. Al girar, no se percató que su imagen abandonaba los harapos y le sonreía mientras vislumbraba un nuevo futuro.

V

Todo gira en sus manos, revuelve el mundo y lo transforma en un suspiro de eterna melancolía...

VI

Abriste las alas para alzar el vuelo, queda aún la cadena que te ata al piso de tus propios prejuicios y miedos.

VII

No pongo las manos al fuego... pongo el corazón. Punto.

VIII

El perfecto castigo de la hoja en blanco para el creador insensato de sueños inconclusos.

IX

El asalto de las letras y el tabaco en esta noche de conciencias revueltas, de estrellas compasivas y cantos de una guitarra melancólica.

X

Pierde la cara, pierde las imágenes que te han puesto como estampas en los ojos, derrámate por tus lamentos y simplemente muere... luego de ello, sé tu mismo.

viernes, 27 de abril de 2012

Sísifos todos


Rodar una roca gigante hacia las cumbres, dejarla rodar hacia el abismo nuevamente por miedo al cielo, a la luz, a sus estrellas fantasmagóricas, a su pretenciosa inmensidad, despojarse del nombre que cargamos, las cruces, las fechas, los lamentos mundanos y guardar solo aquellos que nos sirven para nada, para apretar con mayor fuerza las sogas del llanto al cuello, abrir los brazos buscando un consuelo en el espacio vacío, reseco y tan yermo como las noches en camas desoladas, sin una respuesta coherente, sin un ápice de movimiento, simplemente detenidos en algún instante terrible y agrio, sin poder dejar de saborearlo, sin limpiarnos la cara de las expresiones flatulentas del ego, de nuestro karma o el de otros, o de los pecados cometidos por el hijo o el padre o cualquier bestia que osó a ser creado; Aquel esclavo que carga con su muerte próxima, con su miedo de infante abandonado, aquel tronar de las campanas en las jaulas del pensamiento, los insectos amarrados a las miradas que se descuelgan para encontrar el alimento del otro frente a frente, ese mismo somos nosotros, somos Sísifo, aquel que carga un mundo en sus hombros y escupe al suelo, se mofa de los dioses y se ríe de sí mismo, consciente de su destino y realidad, del absurdo de su labor perpetua, de sus decisiones y la falta de ellas, porque el hombre no pudo levantarse ninguna de las mañanas del tiempo, luego de sus delicadas pesadillas (que, por cierto, regaban el jardín de sus agonías) y gritar No te serviré: las viejas no eran encantadoras, ya enterradas olían como las melodías lisonjeras de los cornos y metales pesados, oxidados y sin remedio,  y aquel personaje somos nosotros, nos callamos los dedos, nos guardamos los pies, escondimos las ideas y lanzamos las llaves del pecho al mar y nos quedamos solos y contradictorios.

Sísifo nos observa desprotegidos y lloriqueantes, se burla de sí mismo y sigue su labor: arrastrarse por sí mismo sin derecho a perder el tiempo con sus otros semejantes. 

viernes, 13 de abril de 2012

El Loco


Sacaron una carta del tarot, la pusieron en mi frente y me lanzaron al vacío: un perro perseguía a el loco que, con sus colores inexactos apuntaba una estrella en el cielo, vociferando a los ineptos:

“Si me faltan las palabras o la suma de conceptos que formen esta torre de babel llamada causa plausible de un método que no tiene nada de efímero dentro del mundo que he de construir con estas garras indescifrables. ¿Lógica? No, esa perpetuo e innecesario juego de proposiciones no calza en estos garabatos: aquí tenemos hojas que caen en el viento, semillas que revolotean entre las gargantas de cantautores adictos a la muerte, a un arte divinamente trastocado por esta realidad que no tiene pies ni cabeza ni torno ni forma conocida para vos o tu o lo que sea.

Y ver a los niños escribiendo en las paredes "Lorem ipsum vim ut utroque mandamus intellegebat, ut eam omittam ancillae sadipscing, per et eius soluta veritus", como mensajes subliminales a los viejos tarados que han hecho del dolor su fuente de los deseos, algo parecido a subsistir con ataques constantes de epilepsia, disonantes consigo mismos pero consecuentes con el error de dejarse llevar por el rebaño, cardumen o enjambre de causalidades absurdas; a los necios les traducen bajo los parpados aquel latín, "A nadie le gusta el dolor para uno mismo, salvo que lo busque y desee tenerlo, solo porque es dolor."
Y les gritan “sufrimos porque así lo decidimos”.

¿Qué pasa con nosotros, el resto, los que pernoctamos con las ideas al aire, con el cerebro en las manos y el corazón corriendo tras las ruedas de los autos, completamente perdidos en el sendero del lenguaje inmenso? Simple: absolutamente nada, seguimos mordiéndonos la lengua e intentando respirar mientras les susurramos maternalmente a nuestros amigos imaginarios: “no te duermas, no me dejes…”


domingo, 8 de abril de 2012

Manifiesto


Hay cierta literatura que no es soportada por las palabras, pequeñas y arrogantes, tanto como el que las derrama en el papel. Sus aromas y colores son demasiado intensos, sus vuelos un ensueño de perfección, de caminar profundo y sinuoso, llanos verdes y ríos profusos. Debemos, pues, deslizar nuestras manos mínimas para tejer lo más próximo a sus vuelos infinitos, retratar cierta parte de aquel objeto con estos pequeños materiales, ser arquitectos de palabras simples y, sobre todo, de corazones humildes.

Sin embargo, en las condiciones que hoy se encuentran, las palabras son cosa del pasado humano, deshilachadas y perdidas: su ardor pálido y cansado, manoseado, mutilado y mil veces ultrajadas… ¿Acaso no hay respeto o esperanza por aquella esencia que hoy por hoy pierden su real importancia? ¿La literatura que hoy el mundo propone es, por tanto, un juego de azar que mezcla realidades carentes de verdadera creación?

Saldría a la calle a dibujar en los bancos de las plazas y en los árboles y en las paredes una frase manifiesta, directa y consecuente con mi predica: “Al escribir nuestra literatura osamos a dejar las palabras en segundo plano, tomamos nuestro aliento, canto y carne y los rasgamos para vaciarla en lo indómito de la nada misma, de la primigenia obra perfecta: la hoja en blanco.”.

Es por lo anterior que me permito decir, infame quien no arriesga la razón para sembrar las semillas de la creación o herir de pasión un lienzo vacío. Y que me perdone quien se atreva a leer esto, pero hay cosas que jamás debieron ser escritas y ser llamadas como tal: arte; han mutilado el universo, aquella concreción absoluta de las ideas, conjunción de firmamentos, por el simple hecho de ahorrar esfuerzos en trazar más que unos cuantos caracteres que acompañen sus atolondradas letras, simplemente no merecen calificarse de escritores. Asumir aquella investidura significa aceptar velar las armas gloriosas del poeta o cuentista, del músico o novelista: una pluma ardiente cargada de espíritu y un alma entera dedicada a la lucha contra aquellos gigantes molinos de viento de la mediocridad y la ignorancia de este mundo mal evolucionado.

domingo, 26 de febrero de 2012

El grito de Chile

La literatura es, de uno u otro modo, una forma de mostrar la realidad, de plasmar el día a día de las personas: hacer oídos o letras sordas a lo que ocurre en mi tierra es botar a la basura la esencia de cualquier escritor, es renunciar a aquel legado que se ha mantenido desde tiempos inmemoriales.

Hoy por hoy en Chile se ha roto el esquema del folclore popular que marcaba a fuego las voluntades de la gente al aceptarlo todo sin reparos (quizás sacados a flote por aquellos que nacieron luego del fin de las cárceles intelectuales de fines de los ochenta), se sobrepasó aquella fastidiosa etapa de transición que significaron los años noventa, plásticos e inverosímiles, las tecnologías al fin están al servicio de sus creadores (para bien o mal) y una palabra ha surgido de quienes ya no pueden aceptar que las cifras de crecimiento lleguen al techo y ellos angustiados como siempre pensando en que comer y como pagar: han perdido el miedo a decir que las cosas están mal.

En 1968 por las calles de Francia se alzaban las voces que pregonaron “prohibido prohibir”, expresando su deseo por un mundo mejor, más igualitario, donde cada cual tuviese la posibilidad de construir una sociedad justa, igualitaria y sin la dominación del dinero por sobre las verdaderas necesidades. Allí, el Arzobispo de París expresaba en los medios de comunicación: “el espíritu santo está gritando en las calles, ¡ojala escuchemos su mensaje!”, es lo que hoy la mayoría de los ciudadanos chilenos pide, más y mejor educación, salud, igualdad, respeto, oportunidades, dignidad y, por sobre todo, un crecimiento igualitario para todos y no solo para un pequeño grupo (quienes, al parecer, quieren mantener el Status Quo).

La gente se ha alzado históricamente ante las injusticias, ahora es tiempo de que cada cual reflexione sobre el compromiso que tiene para construir la sociedad que queremos todos y para todos, no para unos pocos privilegiados.

Hoy digo, que el país cambie, que avance, que sea real y consecuente con sus valores y espíritu, lo queremos distinto, ¡lo queremos mejor!.

Finalmente, un microcuento simple y efectivo (creo jeje):

Ajedrez

El año 1793, rueda la cabeza del rey Luis XVI. Cuentan los santos y videntes que desde el cielo, los Ángeles murmuraron "jaque mate".

jueves, 23 de febrero de 2012

Vade retro...

Salto mis propias reglas establecidas, miro de reojo hacia las cortinas que apenas esconden la claridad de la tarde y, cual animal asustadizo, trato de proteger las pocas ideas que han nacido estos días de calor y agobiante monotonía. Son las 20:40 hrs.

Han ocurrido hechos importantes: Ciudades que se alzan ante la injusticia, grandes accidentes, frío y calor, amor y compromiso (si, el nuestro y el de un par de estrellas que acabaron anidándose en tus ojos), soledad… y sin embargo, prefiero hacer de este lugar un lapso breve de improvisación y templo de letras cosidas a regañadientes.

Aunque quiera palabras simples no las hay: quizás es el excesivo respeto a la página en blanco, o el terror de infante a su tremenda perfección me tienen entre la hoja y la pluma, realmente no lo sé... habrá que conformarse con lo que me dictan los canes de la calle, que tiene mucho que contarnos; les dejo una reflexión contradictoria y amarga.

Una ficción sin realidad

La verdad es que siempre pensé que un papel no podría contener tantas decepciones juntas, tantas mezquindades, ambigüedades y falsas apariencias, sobre todo, tanta rabia. Sin embargo, a medida que iba ahondando en variados tipos de literatura, comencé a encontrar casos y situaciones que nos llevan al extremo de las pasiones y bajezas del ser humano, donde todo se vuelve una miserable mezcla de pretextos y excusas absurdas, donde se entrelazan tantas visiones bizarras de hombres y mujeres que mis concepciones de las hojas en blanco comenzaron a cambiar.

Hay ciertos libros que me sacan completamente de contexto, que utilizan magistralmente aquellas banalidades y las transforman en obras de arte de la corrompida humanidad, donde las mentiras, los corazones desgarrados, las penas interminables y las catástrofes permanentes rellenan el óleo de un lienzo de media página o miles de ellas; de tanta poesía obscura, cargada de sangre y muerte, tantos trazos de narrativa, donde, absolutos, caminan enmascarados, gatos malditos y latidos aterradores. Está la muerte y la miseria en toda la tinta.

Sin embargo, los textos quedan pequeños, las páginas no pueden cargar aquellos fragmentos que quedan flotando en el espacio inerte de la realidad, las letras no pueden copiar aquella realidad, apenas si, imitarla.


Cienfuegos

jueves, 16 de febrero de 2012

Ne me Quitte Pas mon Art, mon âme

De vuelta de las vacaciones y de vuelta a encontrarme con esta realidad llamada ciudad y gente y televisión y mil cosas más. Allí, en este licuado de paradojas es difícil (pero no imposible) encontrarse con un hecho que marca el camino de los hombres y que refleja la riqueza de su espíritu y la del universo entero. La pasión con la que algunos observan y recrean su mundo, a través de la música que brota de sus dedos o las letras que caen de sus bocas, sus trazos en el lienzo de la vida o el intenso aroma de las sensaciones que dejan flotando en el aire, esa forma en la que busco mi propio ritmo y mis propias pausas; concluyo que no hay derecho a vivir de otro modo más que dejando fluir aquello que nos azota y nos reclama en su ausencia. Bien lo sabía Edith Piaf cuando dejaba entre bares y burdeles sus canciones cargadas de alma, Ne me Quitte pas mon amour, mon vie, mon art, casi muriendo en los escenarios del mundo, pero cantando. ¡Cuanta esencia desperdiciada en aquellos que niegan y abandonan sus caminos para seguir el que otros le han impuesto! ¡Pobres!... Pobres…

¿O es tan difícil reconocer a personas que hacen una u otra cosa simplemente por necesidad o por cumplir, y no lo que realmente desean? Vicisitudes hay muchas, pero voluntad mucha más.

y que no sea este pedazo de hoja pretendido como concepto de autoayuda manoseado y turbio, aparecido como el cualquier arranque de perfidia o sinuosa palabrería: la realidad es demasiado obtusa para caer en convencionalismos baratos del tipo “política-mente (¿?) correcto”, esto cabe aquí porque los homenajes son necesarios para recordarnos que otros pueden tanto como nosotros, que finalmente todo aspecto de nuestras vidas debe ser transformado en un arte por excelencia, puro y sobrecogedor; hacer de nuestra vida y nuestros actos una obra de perfección, de creación, es, en síntesis, el afán de todo conocimiento, de todo aspecto humano: Cualquier trabajo puede ser el mejor si así lo queremos. Tanto como para el que lea esto, es un recordatorio para mi mismo.

Muchos conocen esto, muchos necesitan pararse al borde y sentir el viento golpeándoles el rostro, sentir que el corazón remece por completo su coraza, gritar y sentir el vértigo de una caída mental… esto, crear, creer, es igual.

No hay creencia, religión, dogma o voluntad humana que no busque aquel concepto de libertad: crear, ser arte en cada respiro, ser en sí mismos una gota de vida que no se desperdicia. Lo demás son supercherías baratas.

Les dejo un microtexto tejido a mano y a ojos cerrados:

Raíces Ausentes

Jugamos a ser enormes en un tiempo que no termina jamás, buscamos estrellas perdidas y lechos vacíos que nos llenan los brazos de olvido y soledad... no respiramos el aire que debiésemos, no comemos siquiera las palabras mas amenas y nos acostumbramos a regurgitar el barro mas oscuro: ¿donde quedan las miradas que se posan en el crecer de los niños, el danzar del mar y las arenas vestidas de recuerdos? ¿Donde vamos, donde, a que necedad nos dirigimos? alguna vez dijeron que nuestro andar nos llevaba a un lugar que se parece a un cielo lleno de paz y alegorías; no, no existen más paraísos que los paraísos perdidos en un lugar que abandonamos hace mucho.

Final: 02:42 del 16/02/12 con campanas de fondo.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Una estrella en el Camino me hizo tropezar con...

Resulta que la costumbre, también llamada rutina y que tanto odio pero mantengo como gato que indefectiblemente se refriega hasta contra el perro para buscar cierto placer, tengo que acercarme a las hojas virtuales y escribir un poco, ahora sin la famosa pipa, con una agresiva luna llena y el cansancio pegado a la mirada: y es que estando de vacaciones en La serena-Coquimbo (que entre ellos se odian con cierto esmero pero para mí son esos hermanos tipo Pimpinela: se tienen bronca pero no pueden vivir separados) me encontré con un lugar digno de las manos creativas de García Márquez y sin una pizca de vergüenza me atrevo a decirlo y afirmarlo. A unos cuarenta minutos al interior de dicha ciudad siamesa se encuentra el pueblito de “la Estrella”, donde los cerros se refriegan contra el cielo con sus calidos verdes veraniegos y los animales y personas son de carnes rudas y miradas tiernas y acogedoras, donde a un costado de la parcela de los Buendía (sí, tal cual) está la de mi tía Isabel, rodeada de arbustos, paltos, limones y el viento que hace chillar los bordes de las ventanas, dejando que su melodía se propague por todo el valle. También está el detalle de las mariposas: Amarillas y en cantidades razonables para la época se pasean por sobre la maleza y las gallinas: no fue sorpresa que, luego de un momento de risa nerviosa por el paralelismo – a esas alturas imaginaba a Melquíades y su gente llegando con sus instrumentos y objetos extraños al lugar – pasé a guardar un silencio de maestro tibetano; al menos estaba el resto de mi familia allí para decirme algo y evitar así que me fuese flotando a los cerros en busca de alguna idea extraña con las Lepidópteras siguiéndome como globos errantes.

Al rato es lo de siempre, con los saludos y las anécdotas y tomar agua de la vertiente y olvidarte que pasaste el cuarto de siglo sólo para andar tirado en la tierra mirando las piedras, las florcitas y los insectos camuflados, cual cabro chico de comercial de detergente. Y me sentía idiota (así como Cortazar lo decía en La vuelta al Día en Ochenta Mundos) y miraba todo como si fuese nuevo y desconocido y National Geografic o los reportajes de la tele o los libros de Naturaleza no existiesen para nada, y me miraban con cara de burla y tenían razón pero que más daba si la cosa era disfrutar y pasarla bien y dejar de ser el profe cartucho de lenguaje y contagiarse de esa nueva enfermedad muy rara en la actualidad llamada “sorpresa ante hechos simples y cotidianos”.

Luego de todo, una sola cosa era un hecho: el tiempo avanza demasiado rápido y a los buenos momentos se los lleva el carajo pronto si no los inmortalizas, sea en la memoria, en una foto o en una hoja de papel llena de garabatos (o servilleta, o cartón, da igual). Bajo ese concepto tomé las fotos que pude, escribí otro tanto, recogí algunas piedras, bebí y me empapé del agua de la vertiente, recité en voz baja algunos poemas de Whitman y Benedetti, respiré profundo y guardé silencio para hacer una reverencia a aquel lugar; no fue difícil irse, si lo fue dejar de sentir aquel poder inmenso que fluye debajo de los pies y que la gente de “La Estrella”, con su escuelita y sus casas mínimas conocen perfectamente, fue difícil dejar de pensar en Aquel lugar como el lugar final de la reconstrucción de Macondo, alejado de los trópicos y las plantaciones de Plátano, ahora apegado a los cerros y a otro misticismo, a otra realidad, a otra magia poderosa y refulgurante: con otros Buendía y otros sueños que imaginar y cumplir… ahora es difícil no desear volver.

jueves, 2 de febrero de 2012

Que ladren que avanzamos (pero no tan fuerte que interrumpen)

02-02-12 (00:06 hrs), en Algún lugar del Patio

Quizás lo que despierte los más burdos sentimientos en algún personaje que busca ser literato (decir “ser escritor” es casi tan común como “soy hablante”, perdonando el insulto a cualquier mudo que ose a leer estas páginas) es la de cualquier tipo de ser animal que interrumpa y, por ende, revuelva el entuerto de palabras y enjundias que se maceraban ad portas de ser concretizadas sobre cualquier tipo de elemento que haga de sinónimo para el eterno y bien parido papel. Y es que no hay sujeto que no sea imaginado en muertes crueles y golpes portentosos por haber osado a pronunciar dos o tres vocablos siquiera, más aún si estos carecen de importancia o trascendencia: “¿supiste que ese tipo de la farándula se peleó con su novia?”… por el amor del cielo.

Peor es el asunto cuando, enajenadas de sus bocas, casi sin pretensiones de real atención, vociferan un sordo juego de repeticiones mundanas, donde sus lenguas dibujan en el oído toda clase de objetos y poliedros inconducentes. Al final, cada árbol leñoso, considerado en sus mentes ofuscadas como la más fina y bien pensada palabra, era un regurgitar más exacto de sus errores hereditarios tipo Neardentalensis.

Pasa también cuando, perdido en las palabras de una buena historia, han de venir con sus oraciones afiladas a cortar el hilo de aquella magnifica historia. Y bien lo dice Cortazar y tantos otros, a venia de su bienestar físico: “será por bien que aún me quede tanta oreja para vuestro hablar y nuestro escribir…”

Lo bueno de todo, una cosa que dice algo así:

“Quizás un tango mal Parido vino a dejarse sentir en las bocas de mis amigos los canes, y toda la paz, la extenuada tranquilidad que se forja a regañadientes en cualquier ciudad que se digne de parir un numero indeterminado pero exponencial de personas cada día, parece de rodillas ante aquella distracción que sabe a dulce vino o sangre o a eso que da lo mismo”.

Finalmente, termino con un par de reflexiones que no encajan en ningún lugar, al menos, aparentemente:

1.- Todo arte converge de manera misteriosa (porque misterio le llaman a ciertos paradigmas que no logramos comprender) en algún punto de su propia creación, se aúna con las palmas de su dueño y se reproduce en la de todos quienes respiran ese aire azaroso y perfecto, onírico, etérico: desde la rupestre germánica hasta el crío que en 20 años más destaque en la música, la pintura, el baile o quizás en que otra pavada que se vuelva innecesaria para la mecanizada evolución del insípido hombre futurista; quien trae a la vida el temblor de la carne y se olvida de las repeticiones para enmarcar una creación nueva, infinita y absoluta.

2.- En ocasiones nada mantiene en el aire a las aves, más que la mera voluntad de figurar en el cielo que les fue concebido por derecho propio; sino, ¿quién sería digno de respirar profundamente y alzarse sobre el suelo con nada más que huesos huecos y pelaje extraño?

Nota al margen: Este texto no está dirigido a nadie en particular. Si, es Ge-ne-ral; si le gusta el Sweater-Bufanda-Poncho adelante, pruebeselo sin compromisos caserit@

martes, 31 de enero de 2012

Solve Et Coagula


Volatile

Quizás siguiendo un poco la senda de lo escrito anteriormente, fue que en un acto de trasnochada locura, los dedos, el hígado y uno que otro respiro (además de aquella parte irracional y deliciosa que todos llevamos dentro), aparecieron este cúmulo de letras, cada una con voluntad propia y con complejo de energúmenas; la mejor hora para vomitar alguno que otro recuerdo-deseo-violación de cualquier índole ha de ser en estos instantes, justamente, luego de que comienzan los ronquidos de los personajes de esta tira cómica en la que insertaron al mundo. Así, les presento a mis (si es que alguna ves pertenecieron a alguna parte desconocida de mis lamentos) diagramas de extremaunción:

Fixum

Y como declaración de independencia renuncio a mi nombre y al de las cosas y todo y yo mismo nos llamaremos silencio absoluto, por sobre todo a ese mutismo predilecto que escupe sobre las definiciones y los "porque si" del mundillo de contr(A)dicciones que se entrama en toda realidad... esa misma que se entiende (recocida y para nada cruda como la plantean) como una conjunción de hechos que no concluirán, como un espejismo cuajado de sobresaltos abruptos y sin sentido, que nos agreden de la manera más dependiente.

Abissus

Como el Ouroboros, todas las palabras son concebidas de manera cíclica, porque son ellas mismas quienes las crean y creen. Así, el chamán de cierta tribu explicó – como es la tradición - a los que se convertían en aprendices de las verdades del mescalito, mientras ofrendan una parte de su cuerpo en sacrificio:

“...Cierto Dios comprendió este hecho y pintó con los dedos la tela negra de sus ojos: trazó letras que eran música y palabras multiformes: así nació un nuevo universo. Sin embargo, nunca consideró que las palabras creyeran, muchas creaciones y universos nuevos después, en si mismas e intuyeran la de su rítmico pintor. “Bastaría con lavarse las pupilas por dentro y meditar los conceptos de perfección” se dijo en algún instante, viendo como un gran campo de hormigas a la variada gama de letras y trazos que se retorcían y mutaban; El gran error se manifiesta en su "perfecta" creación músico-pictórica: inter-existencialidad entre pintado y pintor. Finalmente y, en ambos paradigmas, se cumple la misma profecía: no se bota la pintura, se remenda y desmancha a medias, a tajos abiertos; destruirla es destruirse.

Entonces en las ramas de los árboles celestes, en las estrellas mismas que imaginamos, jamás en la que por las noches se nos muestran, apenas malas copias de muertas esmeraldas, lo serpentil se repite al ser los oleosos rostros de los imaginados-pintados quienes comienzan a crear-creer en sus Perfecciones propias: Ser dioses que crean nuevos horizontes, sin que otros puedan negarlo o refutarlo.”

Ora et Labora

Toda esta parafernalia de líneas disueltas en una página, como orquídeas lanzadas en memoria de los difuntos, se coagula en un punto tortuoso: Lo dialécticamente terrible para el escritor es que el juego de las palabras es la herida predilecta para supurar sus delirios creativos.

Finalmente saquen sus conclusiones: yo respiraré profundo para soñarlos en colores esta noche.

sábado, 21 de enero de 2012

Return to the Jungle




"...vivir,después de todo
no es tan fundamental
lo importante es que alguien
debidamente autorizado
certifique que uno
probadamente existe".

Benedetti

Hay que escuchar música vieja, dormir poco, recordar más de lo necesario, mordisquear imágenes antiguas para sentirnos un poco mal y un poco vivos, extraviar pasos y dejarse amedrentar por la oscuridad justo antes de dormir; no recordaba cuanta falta me hace escribir en cualquier lugar, llenar un espacio random y mancharlo con la sangre de mil palabras paridas con melancolía y desasosiego…

¿Para que tener un sitio donde escribir si no es sino cumpliendo una serie de reglas preestablecidas y mecánicamente ordenadas? No, he preferido seguir mirando el mundo desde mi banquillo de acusado y mover las manos al compás de las canciones que el resto me ha propuesto. Y ya estoy cansado de eso.

“¿Quién me salvará de existir?” decía Pezoa, también pensaba yo (y aun sigo rumiando de vez en cuando) pero ya es demasiado tarde para eso, para siquiera considerar alguna formula filosófico – metafísica para hablar del problema de nacer, residir (en resumen, existir) en un lugar que no te parece para nada el correcto: me gusta el frío, la lluvia, los días nublados, los bosques, los acantilados y mucho de lo que algunos consideran como mitología nórdica; soy nacido, criado y curtido en el desierto más árido del mundo.

En fin, ¿Cuál es el problema de todo? Buscar una respuesta a cada cosa, ser exigente, inconformista y egocentrista; tener una mente tremendamente fantasista y generadora de imágenes y momentos medio reales no es de gran ayuda a la hora de las sumas, ya que duele un poco más cuando necesitas simplemente hacerte el idiota para seguir avanzando y adaptarte a las circunstancias.

Sea como sea, estoy cansado de buscar la aceptación de otros (pero sobre todo de una persona en particular… en general mi mas hermoso y grande error), un cuarto de siglo que ha comprimido demasiadas experiencias que hacen sentir un tibio sabor metálico en la boca fue suficiente como para no querer bordear la muerte como una prostituta sin dignidad ni papeles al día. Todos necesitamos en algún momento respirar por nosotros mismos y yo no soy la excepción… basta de pedir permiso sonriéndole al resto.

Así que, en síntesis, les dejo (a quien, realmente, no me interesa, aunque agradezco el concepto de “alguien”) un trozo de lo que brota de mis dedos últimamente:

Desenlace

Luego que su mujer le pidiera el divorcio, el escritor comenzó una nueva obra; redactó y desarrolló cada detalle meticulosamente y construyó el más fuerte de los nudos para terminar su propia historia.


Bernardo Cienfuegos