miércoles, 16 de octubre de 2013

Pacto siniestrado (No me ayudes a olvidarte)


Y tú quieres oír, quieres entender. Y yo te digo: olvida lo que oyes,
lees o escribes, lo que escribo no es para ti"

Desde el cielo se desprende la primera aurora matutina: extraña, fría, densa, dolorosa y cabizbaja... normal, como cada trozo de amanecer reflejado en cientos de melodiosos cantos provenientes de los árboles y el tejado de las casas. Muchas nebulosas van mutando a cada respiro del arco iris que se asoma entre los estériles cerros de esta ciudad grisácea, acostumbrada a robarle los colores al pasar del día. Toda esa calma se refleja por las ventanas, toda esa interrumpida por las conversaciones de un perro con las animas, o con el viento, por el vaivén de sonidos metálicos del transporte, por la declamación de las olas a lo lejos, las respuestas de la brisa oriente a las aves o a los bordes del alumbrado, o mi llanto de vía Láctea que nunca contuvo más que las ganas y el silencio de no interrumpir aquello que no me pertenece.

No era mía, solo es y seguirá siendo un reflejo de cada una de las carencias y defectos que se asoman entre mis labios, de las que se ocultan entre mi vegetación para no causar efectos, o tener que discernir qué tanta razón tienen las palabras que el mar entona, o las que un suspiro deja entre los cables de la calle, o la de tus palabras asesinas que tomé sin miedo entre mis manos como animal herido, evitando aquel olor a borrachera que inundaba los segundos que ya morían insípidos sin ti, de ocultar el rostro tras mi rostro y decir “lo sé, tienes razón” porque en verdad así era.

Aun cuando tus palabras no tenían encriptados ningún código secreto, cada una se deslizaba silente entre mis parpados y mi angustia, dándome la bienvenida al dolor una vez más.

Hay cosas siempre brillan por su ausencia, como aquella cajita de cigarrillos con la foto de dientes cadavéricos, o aquel abrazo que pedí de regalo en navidad, el instante de fugaces besos entre nuestros cabellos coterráneos, aquel susurro de calma de mi ángel que se pierde entre las nubes a la mitad de su guardia, o la verdad que nunca pude pronunciar por miedo a perder, una vida que no sea la del peregrino con destino fijo, la de un viaje de más de cinco minutos, o la de aquellos perdones tipo raspe que objetan “sigue participando”. Es más, solo una taza de café cargado y una paloma a través de la ventana me hacen compañía.

Tal vez  debo comenzar a ser consciente que el café solo sirve para ser bebido y no para contar infidencias amorosas, secretos escolares, o cada una de tus palabras moribundas que cruzaron el aire tan despectivamente, tan surrealistas y bellas y dolorosas, con tanto amor con sabor a comida recalentada, con tanta fe de lo desconocido, con tanto sacrificio…

¿Acaso vivir ya no es un sacrificio?

Quizás si tengas razón y soy apenas un niño con vocabulario amplio y un sincero buscador de sueños marchitos. Quizás para el resto, pero no para ti. La forma en cómo hablamos, nos expresamos de cada situación, la comida, un saludo, una acción, un pequeño detalle que marca un día completo, creo que todo fue demasiado para mis juegos de ilusionista obligado.

Leías a Teillier, y sus palabras echas tuyas azotaban mis oídos, “Y tú quieres oír, quieres entender. Y yo Te digo: olvida lo que oyes, lees o escribes, Lo que escribo no es para ti”, recalcándolo a fuego de dictadura, nada lo era y nunca lo fue, porque tus manos eran inmoderadas incluso para la brisa, o para aquel lucero fantasmal tras la ventana, o para las olas sedientas, para el cielo nuevamente matizado de azulosos y violetas, para el cigarrillo ausente o el café frío, para mi angustia, mi preocupación, o el peso que nunca es real y absoluto en mis espaldas.

¿Y me lo preguntas? Hubiese sido más fácil entregar mis últimos suspiros al silencio, a una ilusión eterna. Si darle sentido a toda la angustia, sin improvisarme cientos de vidas, colores y deseos, no salir un poco de la vorágine de este mundo adormecido, no evitar el desaliento de cada arremetida contra el pecho, las ganas, el deseo; si todo lo que acaso pude balbucear hubiese sido necesario para que no te escurrieses entre mi dedos… lo siento pequeña, prefiero luchar contra mis demonios inventados, hurgar entre la necrópolis de mis culpas, ser mortífago de tu inocencia, antes que perderme entre los labios de la tierra sin haber seguido mi sendero planificado por aquella consciencia superflua e imperecedera.

Creo que nunca representé el papel que me entregaste: ser la parte comprensiva de tu vida; no tengo tus problemas ni tú forma de sentir cada gesto que se escapa de mis facciones. Tu precio es demasiado alto para mis pordioseras manos.

Al menos sé que la paciencia acompaña una vez más mi pasaje.

Recuérdalo bien, mis promesas están intactas, sin que haya entendido lo suficiente para ti. Aun cuando las reglas cambien, el mundo gire, las palabras no sirvan, y el silencio apague nuestras voces en la permanencia del otoño, este pordiosero que lucha por limosna seguirá a tu lado, y no para robarte trozos de aire, de vida o silencio, sino porque también recordará aquel día que fue un hombre rico y sabio, y entregó (porque no entendió que era el sacrificio) su realidad inventada por una explosión de aquella estrella fugaz en tu atmósfera celestial y conoció cada rincón de la ciudad del cielo perdida entre tus curvas de terciopelo.

Quizás algún día pueda ser como aquella que aflora en una postal de ocaso: gaviota que desfila por el aire tratando de encontrar un camino hacia ese lugar que siempre es el correcto, sin importar donde, bajar del mundo de un brinco y gritar por estar al fin a orillas del infinito, en aquel lugar tan mágico y encantado y que invita a hacer cosas imposibles con solo imaginarlo... libre de todo, y poder así recordar cada una de tus palabras, tus gestos y miradas y olvidar de una vez que debía morir por ello, porque al fin entenderé que cambiamos nuestro amor por lejanía, y todo súbitamente era necesario para tu complejo de bomba atómica y mi complejo de mendigo deplorable.

Antofagasta, enero de 2008

martes, 1 de octubre de 2013

Soledad


Hay días en que la inconmensurable Soledad me visita entre miradas ajenas y el frío deslizar de las hojas que caen: quiere hablar una vez más de las olas que se pierden mar adentro, de las nubes pasajeras y de corazones acongojados que habitan entre sus profundos brazos; me visita esa soledad que ahora parece ajena, la que toma mis manos, besa mi frente y siembra de párvulos chubascos mis ojos ausentes… “Te extraño, Perdido”, dice, “Te extraño, y los recuerdos que dejaste acumulados en las cajitas de madera de tu vieja casa y la dorada cadena atada al cuello de un antiguo amor reclaman tu partida: ¿qué te has hecho, señor mío? ¿Qué trampas te puso la vida, que abandonaste mis pasos, mis llantos de mariposa, mis reflejos sin sentido y las largas conversaciones con una guitarra y el tabaco encendido? ¿Por qué me has abandonado, como el hombre a sus sueños, como el padre a su hijo en su dolor? Ahora juegas con otras letras, te recubres con optimismos y dejas que la vida siga su rumbo a ninguna parte, a ese vacío eterno al que ustedes llaman muerte. No, no hay perdones en lengua alguna que sirva para zurcir el abandono que has dejado en mi nombre. No, no hay remedios para una fe deshilada y una espera que no llega a fin alguno. Solo te pido que me visites de cuando en cuando, quizás pueda regalarte otros versos pasados, otras luces atardecidas, otras heridas que comienzan a sanar. No me olvides, hijo mío, que llegué de la mano de tu conciencia, y siempre espero que, cuando menos, repitas mi nombre en las noches completamente negras…”

Me visita de vez en cuando esa soledad que me pertenece, la que alguna vez llamé por su nombre: muerte, la que espera sin prisa que se cumplan la cantidad de pasos designados en esta senda, llamada vida.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Nocturno


Hay quienes meditan sobre el sonido de las noches, sobre el suspiro profundo que absorbe ruidos y recarga de temores las sombras agotadas durante el día; quienes se dejan devorar por las muertes y el estremecimiento de las ciudades, vestidas de insomnios, de ladridos ahogados, de llantos infantiles y fantasmas presurosos por encontrar alguna pobre mente necesitada de aquel salto al vacío al que llaman sueños, y contagiarlos de la más pestilente y putrefacta esperanza matinal. Otros, simplemente, juegan a estar dormidos, en una especie de espera o letargo meditabundo y obcecado, como los ajedrecistas vencidos por su propia mano traidora, juegan al morbo sanguinoliento de la vigilia, buscando la excusa perfecta para contar el trastabilleo de los relojes en su andar cansado y los pasos de criaturas y recuerdos que la boca nocturna relega en su agonía, mientras lo engulle todo... a todos.

Otros... cerramos los ojos al sabor metálico del miedo... y nos entregamos a la inconsciencia cenicienta de la obscuridad, en espera del momento en que el escape imaginario sea, por completo, inevitable.

martes, 10 de septiembre de 2013

"El Encuentro" (fragmento)


Entre los secretos magos draconianos de Fagania, una frase resuena antes de ir a batalla, como un profundo clamor de cascada en cada voz: "Cuando la morada esté en penumbras y su calor esté consumido, cuando la mente y las palabras se silencien del cuerpo y detenga todo ritmo infame, cuando la mano alzada, cuando el índice levantado apunte al infinito cielo, los poderes de las cuatro tierras y los cinco versos serán despertados. Hoy, los que estamos presentes decimos: perdónenlos porque no saben... perdónennos, porque sabemos."

martes, 3 de septiembre de 2013

Indeseado



Ganas de llorar como un bebé, como una cría lanzada a esta existencia sin más remedio, sin mayor apelación, por razones se pueden reproducir en un abanico de posibilidades académicamente incorrectas: en lo general, es el trabajo, la poca razón de los que alrededor se autoproclaman educadores de la vida, formadores de seres, esos que apenas pueden/podemos enseñar a raspar las paredes del propio infierno personal a cada uno de los sujetos que llegan a nuestras manos, ya dañados y desgarrados por un concepto de familia que los reproduce por simple justicia y necesidad obligada para encajar en cuanto sistema se ha creado. También es por la incapacidad misma que se ha entregado para ser uno mismo, esa penosa falta de coherencia entre lo que la boca pregona y lo que los pasos avanzan. Lo peor de esto es el motivo: miedo… un simple y absurdo miedo que funciona de dientes para adentro, porque en el mensaje cotidiano es una ironía más que acompaña el pan de las mañanas y el cafecito de la tarde, mientras se escapan los días de ser él, yo, eso, de ser, simplemente, y dejarse arrastrar por la corriente reivindicadora de las maquinarias obscenas que se construyen a diario para conformarse un poco. Y vamos a la iglesia, salimos a las tiendas a comprar una cosita poca para que nos veamos bien, para calmar la ansiedad y no engordar, para gastar, para no emborracharse y ser como los patéticos de al lado que tienen la casa chica pero el televisor grande, para no ser como el resto pero siendo como el resto… comunes y corrientes.

En la segunda escala (o quizás tercera o cuarta, dependiendo de la lectura anterior, la comprensión, y un delicado “no me importa”), está la más infatigable consternación por esa incapacidad de llorar en público, de llorar como el bebé o la cría lanzada a la vida sin que lo pidiese, a la que bautizan, a la que imponen reglas, a la que se enamora de sus padres, a la que traicionan sus padres, a la que meten al torbellino de la ciudad y lo embarran de prejuicios y atentados contra el resto, contra sí mismos.. y luego el resto llora y se queja como cría porque no entiende lo que le pasó al nene, “si era tan buen pibe, niño, pequeño, joven”, porque su natural intento a rebelarse del yugo del monstruo que había debajo de la cama lo condenó a las agresiones y a la marca de la insurrección… porque no le enseñaron que ese monstruo era él mismo, y lo que quedaba de su creación: el espejo de lo que fue antes de ser, de eso que no se conoce pero se presiente como los bebés antes de ser paridos y las contracciones del retorno a la primera memoria; condena le llamarían unos, oportunidad otros… pero fue exactamente eso lo que no tuvimos, una oportunidad para ser, estar, o, simplemente, negar ambos verbos, como lo hacemos a diario con la naturaleza y los signos de alerta del cuerpo que nos dice “oye, estúpido, estoy enfermo, estoy estresado, me falta descanso, me falta vivir, me falta volver donde mi madre, y no la que te parió, estúpido…” y el estúpido no oye porque… porque no, porque no tiene tiempo, o porque no tiene tiempo, o porque no tiene tiempo… tiempo.

Y se olvidaron que la vida es una cuenta regresiva que no se puede congelar…

Así que escribamos canciones lindas que nos duelan porque es importante aprender a sufrir porque así nos damos cuenta que estamos vivitos y coleando (pero sin cola, la que fue cortada cuando nos patearon a esta realidad) y sin vivir, porque esa oportunidad nos la quitamos nosotros mismos, o las ´generaciones pasadas que se hacían bolsa entre ellos y pensaron que así sería más lindo y justo y de verdad, nos creamos una máquina que nos devora lo único que nos dieron para disfrutar de esta existencia, la única misericordia que tuvo uno o varios dioses o entidades o seres infinitos o finitos, granjeros de hormigas o de saltamontes o de necedades… lo único: la vida.

Redundantemente ilógico, ¿no?

Pero da lo mismo, tenemos auto nuevo, una casa, un perro-gato-canario-tortuga-tarántula-plaga que nos acompaña… ¡ah! Y claro, los hijos, los que trajimos al mundo para ser una familia conformada, para ser ese “que se sho, visteh”, ser algo que nos dicen en los libros que es perfecto y bien constituido.

Así que bienvenidos a nuestra cómoda, patética y conformista vida que no nos pertenece y que no tenemos, a ser felices con las migajas de existencia que nos dejaron… que nos dejamos

martes, 13 de agosto de 2013

"El Encuentro" (fragmento: "Cantos del norte")



Cuando el arrebato, la angustia y la desazón arrecian el corazón del pueblo, nuestra raza busca el equilibrio en el primer pilar de la existencia: la palabra. Es entonces cuando el canto de las grandes gestas del mar poniente y el danzar que representa el vuelo de los dragones por los acantilados de Adaport surgen de cada voz y el poder de los habitantes de Fagania reaparece tranformándolo todo en la más fuerte de las convicciones: uno en todos, y todos el universo.

domingo, 4 de agosto de 2013

Luz Roja


El ruido de los tacones bajos que ella prefería se confundía con el de los autos paralizados por la luz roja, mientras cruzaba rápidamente murmullando en voz baja por no encontrar las llaves de su apartamento en los bolsillos de su negra chaquetita. Al detenerse en la otra esquina, esperando que la suerte la acompañe y el par de traviesas aparezcan en la trifulca de papeles, cosméticos y la libreta verde que reposaban dentro de su cartera, se sintió algo aturdida, le quemó el pecho y la piel reaccionó como los gatos ante la amenaza de algún can o de las sombras que se ocultan en las esquinas de las casas viejas; siguiendo sus instintos se giró hacia uno de los vehículos que aún seguían reposando en las fauces del semáforo: un taxi, una mirada que la agredía, quizás con rabia, quizás con culpa, quizás con la sensación de haber quedado en el camino, en marcha hacia cualquier lugar, hacia cualquier lugar… Carmen quedó pasmada con las lágrimas que brotaban  de los ojos del pasajero, de aquel hombre: olvidó las llaves y olvidó voltear, olvidó la promesa de mirarlo con todo el odio que había reunido, aun cuando él recibía el consuelo de su nueva pareja, aun cuando iban con su hijo dentro del auto, aun cuando sentía nuevamente aquella caída libre en el estómago, aun cuando recordaba el golpe y las piernas le temblaban, porque simplemente lo vio destruido, relegado a dejarse vivir, a permanecer en tránsito sin más motivos que lo que las obligaciones de la adultez le dicten… por primera vez en todos estos años, ella sintió una velada y tibia compasión por ese, que tanto daño le había hecho alguna vez...

Carmen parpadeó un par de veces antes de ver al taxi alejarse por la avenida, sin salir del asombro por aquel cuadro, lo ocurrido, sobre todo consigo. - Que raro - pensó, intentando buscar explicaciones en donde no las hallaría. Al bajar una de sus manos, se percató que en su bolsillo derecho tenía las llaves extraviadas.

jueves, 25 de julio de 2013

Urbana


¿Surgió de bajo tierra?
¿Se desprendió del cielo?
Estaba entre los ruidos,
herido, malherido,
inmóvil, en silencio...

Oliverio Girondo


Los hechos ocurrieron un día de abril, a principios de nuevo siglo. Fue como si un rayo se le abalanzara en un día de lluvia, principios del siglo, aunque no había una nube en el cielo, destello del cual ella jamás se enteró, destello con el que todos se voltearon entornando sus ojos para ver aquello que había ocurrido, por el cual, estupefactos, las manos se fueron al rostro: Una mujer tirada en el medio de la alameda… las hojas cayendo a su alrededor con el color de la tarde, tan cobrizas como el mismo sol que imita, como todos los días, el misterio de la muerte en aquel instante. Las carrozas tiradas y sus jinetes se agolpaban a su alrededor, el reloj de la catedral resonaba ya siendo las ocho. Los pocos testigos le contaron a la policía que apenas se escuchó un resoplido, un chasquido metálico que crujió ruidosamente y, en un parpadeo, ella se desplomó, envuelta en un aura blanca y azulosa, tal como su piel.

La policía, en semanas de investigación, no encontró rastro alguno del culpable, y apenas se identificó la causa de muerte: fuerte golpe eléctrico a la altura del cuello, la que dejó apenas dos marcas rojizas.
 
Cierto hombre compró la edición matutina del periódico donde leía su poema,  “Aparición Urbana”,  publicado bajo otro nombre, el de un tal Girondo, el mismo donde se anunciaba el cierre de la investigación por falta de pruebas y motivos: El mismo hombre que había pasado sonriendo cerca de la mujer que había caído fulminada, el mismo que había liberado al pequeño robot que se adhirió al cuello de la muchacha e  iluminó con su fulgor la tarde y desapareció sin dejar rastro...

El mismo hombre que recitaba en voz baja sobre el ángel tirado en plena calle… ese ángel, tan azul de tan blanco.

domingo, 21 de julio de 2013

Tu silencio


"Dejé mi palabra, barca ligera
a orillas de tu silencio..."


Sigo siendo silencio en tus labios
El perfumado aroma de tus besos
Tan tibios, Sobre los míos
Ahogados, sublimes

Sigo siendo tu caricia
Perdida entre las sabanas
De mi cuerpo centelleante
Con la sonrisa encendida
Y la humedad a cuestas

Sigo siendo y perteneciendo
A tu bandera postrada en mi pecho
Haciendo parte del aliento
Que me da la vida

Más que nunca
Soy, en tus ojos despejados,
Aquella hoja que resbala
Amando el contacto infinito

Y el murmullo de nuestras manos
Comunicando fuego y tierra
Sigo siendo ese rocío
En tu bosque, complacido

Luego del sol
Del miedo y mi partida
Sigo siendo tu silencio
Alma mía.

domingo, 14 de julio de 2013

El Encuentro (Fragmento)



Raziel acostumbraba a entrenar en los campos yermos de las tierras bajas, cerca de los acantilados, ya que intuía – y aunque no todos le creían – que prontamente se desataría la guerra contra la el grupo de los errantes oscuros. Utilizaba, con cautela pero sin limitarse, la mayoría de las técnicas básicas que había aprendido como mago de los elementos en su viaje por las tierras interiores, esperando mantenerse en condiciones para defender al pueblo que lo acogió y, por sobre todo, a Iris, la mujer por la que hace un tiempo decidió quedarse.

En un giro de su espada y mientras realizaba un conjuro de articulación, el aire se tornó más denso y los pasos más pesados y el pecho le ardió, señal clara que algo no estaba bien… y tenía razón. Un grupo de unos sesenta oscuros aparecieron por el lado norte del bosque, comandados por un demonio de mediano rango, de armadura completamente negra y  el triángulo invertido en el pecho, del color de la sangre que nunca los sacia por completo; se le abalanzaron al instante y de manera súbita. “buena practica” pensó entre dientes, sin dejar de estar algo preocupado por la cantidad y lo peligroso del líder de aquel grupo.

Entonces la tierra se abrió y se tragó a algunos, el mago agitó una mano y las raíces de los árboles atraparon a otros tantos, recitó los versos de transformación y en un parpadeo era un Aven que agitaba sus alas velozmente, mientras golpeaba a otro grupo, se elevaba a varios metros por el aire, alzaba su báculo y los rayos caían sobre un suelo del que brotaban más enemigos: sintió el golpe de la energía oscura del demonio mayor, tuvo miedo al caer al turbulento río pero alcanzó a sujetarse de unas ramas, mientras usaba el agua para defenderse de un nuevo grupo, lo acorralaron…

El tiempo se detuvo un instante, al igual que su respiración y recordó al más importante de sus maestros, quien en las costas del norte le enseñó el lenguaje antiguo… “Las estrellas no temen a la oscuridad que les rodea”. Entonces corrió hasta el borde del acantilado, pensó en la mujer que lo enamoró y una sola convicción lo recorrió: no podía fallar.

Se lanzó sin dudar y tras de sí un gran grupo de oscuros apuntando sus espadas a su cuerpo. Gritó con todas sus fuerzas y mientras giraba en el aire se transformó en un dragón mayor, lanzando un gran tornado de fuego hacia los seres que caían tras de sí: su mente estaba completamente en blanco, intentando controlar la furia que comenzaba a dominarlo. En dos aleteos Raziel llegó de vuelta al borde de la inmensa caída, recuperando su forma humana y envuelto el un halo blanco que hizo temblar la tierra que lo rodeaba: creatura que se lanzó a atacarlo se desintegraba, ataque oscuro que lanzaba se desvanecía al instante, sus ojos brillaban con aquel tono dorado del sol que dejaban claro su estado de trance, el poder elemental. El comandante, de nombre Barshe, gritó el nombre del mago mientras se lanzaba hacia él envuelto en furia,  pero en respuesta solo recibió un ataque: pareció como si los cuatro elementos se fundieran en uno solo y como infinitas flechas atravesaran la negra coraza, mientras se expandía la esfera incandescente, destruyendo a los soldados restantes. Todos Desaparecieron casi al instante que el mago caía de rodillas, extenuado y tembloroso por el esfuerzo.

Todas sus sospechas se habían confirmado de la peor de las formas: el alzamiento de los oscuros era inminente y llegarían hasta su aldea. Solo le restaba prepararse.

sábado, 6 de julio de 2013

El "Qué", Fuera de Toda Lógica




“Suma de ausentes voces esta nada
la sombra de una vaga sepultura
niega en su permanencia la escritura
que urde apenas la espura y anonadada
Mallarmé


No escribo para nadie, ni para mí mismo. Las palabras son un acto reflejo de la conciencia que grita, que derrama el sórdido dolor de reconocerse apenas en las sombras.

Esta no-historia va de la mano de mis dos gatos blancos ahora perdidos en la lejanía de sus patas pegadas a un cemento diferente, de Teodoro W. Arnoldo  como excusa para la inspiración ¿por qué? Por una simple y breve leída a los ochenta mundos de Cortázar y unos cuantos tonos del piano de Lou Reed. No escribo para nadie, y ese nadie son todos los que quieran compartir un rato de procrastinación, un rato sin saber nada más de los mortales que pisamos la tierra intentando hacer algo diferente, promiscuos de letras y cansados de rutinas. Sobre todo por el miedo a ser abandonados entre fierros y bocinas matutinas. ¿Lógica?  ¿Acaso es necesario que todo tenga un sentido, una explicación plausible para que las mentes guarden calma y no busquen siquiera una explicación en sí mismos? Extrañar se vuelve una costumbre solitaria, como las olas que han llegado a levantarse más de lo debido en el “mar que tranquilo nos baña. Hace falta la guitarra en las manos y el tormento de los imprevistos que interrumpe todo.

La alquimia de las palabras no tiene, no debe tener un sentido por sí mismo: la realidad es un libro abierto que leemos de una manera personal, íntima y llena de interpretaciones, llena de azar y burlas; el sentido somos nosotros mismos, lo que queramos entender por tal. No esperen que el resto se los dibuje en las manzanas con que explican la maquinaria de la vida.

Ser consecuentes es, en estos días de banalidades, un lujo que muy pocos han tenido el coraje de llevar a buen puerto.

viernes, 28 de junio de 2013

Cosmogonía




Los antiguos artistas usaban varas de madera para dibujar sonidos en la yerma soledad, y por ley primera se pregonaba un castigo a quién hiciese algo diferente: destierro. Cierto día, y por usar las manos y su voz en la tarea que servían las varas secas, uno de ellos fue desterrado del desierto hacia los confines del tiempo; cierto día este encontró en los sonidos que aprendió una serie de silencios y vacíos tormentosos, llenos de caos y absurdo. Ante esto, con los ojos cargados de un brillo jamás visto en los de cualquier otro, decidió llenarlos con movimientos y cantos nunca antes recitados: sonidos y danzas fueron grabados sobre su piel primigenia, mezclando el sudor de su rostro y la tierra que se fundía bajo sus manos, cada cual con nombres únicos y verdaderos.
Luego de siete días, y ya terminada la tarea, introdujo sus pies al nuevo mar y desapareció junto al universo que había creado. La historia cuenta que estrellas nuevas brillaban sobre aquel cielo iracundo que olvidó a los dibujantes y perpetuó al creador solitario.

miércoles, 19 de junio de 2013

Instantes I





Y la voz de un niño me recordó lo terrible del presente: su muerte, su falsa vida en un instante... a cada instante.


jueves, 13 de junio de 2013

El Nacimiento de "Por Motivos Ajenos"




Nunca un plazo ha dejado de cumplirse, eso queda demostrado, cual ley, con la muerte, fiel compañera que espera pacientemente el compromiso firmado el día de nuestro nacimiento; llega para darnos la mano y caminar hacia una nueva historia… Hoy, el tiempo de un nuevo inicio se ha concretado.

Siendo un 14 de Junio, se ha cumplido el tiempo de subir el que, espero, sea tan solo el primer paso de una larga producción literaria: no por fama, reconocimiento o glorias mundanas; un primer paso que sea entregar a la gente una mirada diferente de sus propias vidas, ofrecer a todos ustedes una voz nueva en estas tierras áridas, que tiene algo que decir: hoy surge "Por Motivos Ajenos".

martes, 4 de junio de 2013

El baile




"Aquellos que bailan, son considerados locos, 
por aquellos que no pueden oír la música."
Nietzsche.


Aquella noche estabas en el baile, con tu hermoso vestido, recorriendo los salones, mirando a la gente acumulada en pequeños grupos, con un rostro hermético, sonriendo a veces, hasta ubicarte en una esquina de la barra; de fondo suena algún vals tocado por el cuarteto de cuerdas. Al entrar, intento ser sigiloso y llegar lo más cerca de ti, con afán de sorpresa y una rosa blanca oculta en mi mano izquierda, tras la espalda. Ciertamente tu percibes mis intenciones antes de cumplir mi cometido... sonrío al sentirme descubierto y tu respondes con enorme ternura: entonces te entrego la flor (se queda acomodada en tus cabellos atardecidos) y, avanzando unos cuantos pasos de la mano, bailamos, sin prisa, sin tapujos, mirándonos a los ojos, con todos a nuestro alrededor... 

Ha sido una gran fiesta... nuestra fiesta.

domingo, 26 de mayo de 2013

Del absurdo carpe diem



"Por qué, con tus encantamientos infernales
me has arrancado a la tranquilidad de mi primera vida..."
Discurso de la Mandrágora,
En  Rayuela, Julio Cortázar


No puedo con las profundas verdades
O defenderme de las dudas y misterios
No puedo servir sin gracia
O ser servido sin vergüenza
No puedo ver cómo te arrancas
Las mariposas clavadas en los ojos
O vomitas las últimas palabras que nos dijimos
Apenas si puede el lápiz convocar las marcas
Que forman estas letras
Ver como se desgranan los acordes de tus manos
Agrietando la esperanza y su absurdo mausoleo
Agrietando aquel tiempo
Que fue uno y bueno
Uno y nuestro…
Ahora ahogamos nuestro llanto de ataúd
Nuestro llanto de ánima sin cementerio
Sin poder mirar más que la luna
Sentados en aquella escalera que no lleva
A ninguna parte
Y hablarle a los recuerdos
A los gatos y el viento
Hablar de lo innecesario
O guardar silencio
Y seguir sonriendo
Tan amable y sin sentido como siempre
Cosiéndome en la frente
Este absurdo
Carpe Diem…

jueves, 16 de mayo de 2013

Se fue a los cielos


Como un rayo se le vino aquella idea a la cabeza:
dibujada en un papel, una bala grabada con la frase 
"Gracias a la vida"

martes, 14 de mayo de 2013

"Huidobro No Está Aquí"


Ella dijo "Huidobro no está aquí", y las estrellas abandonaron sus parasubidas, abandonaron sus lámparas encendidas y perdieron sus caminos... y yo, yo no supe nunca más del calor de los aeroplanos y las rosas de la virgen...

domingo, 12 de mayo de 2013

Fluir


    


    
    Y el cielo deja de ser una metáfora mal hecha cuando los oyentes desgarran sus manos entre hombres de barro y ojos marinos y desolados. En ocasiones, tu nombre se eleva como paloma o gorrión arcoíris, abandonando el ridículo de la tierra y las tinieblas de una espera aletargada e insurrecta; a los magos y a las rocas lanzadas a los pecadores se les debe mucho más que el azote de las olas, ambos necesitan la candidez de unos labios furtivos y ropas agresivas de noches y silencios, sobre todo el mutismo y amores malheridos, sangrantes, funestos, perdidos, consumidos como un cigarro a medianoche.

lunes, 6 de mayo de 2013

Paz


1.       
   
Tres naves alienígenas llegaron a la tierra, “Paz” era el concepto que traían. Nos pidieron que dejásemos la autodestrucción y la violencia, que no provocásemos nuestro fin. Un grupo de nuestros representantes pensó que era un engaño… no aceptaron… los atacaron...

     Han pasado tres meses de la primera llegada, tres meses y aún seguimos escondidos bajo las rocas, esperando que los embajadores de la paz nos perdonen.

sábado, 4 de mayo de 2013

Café




Quería un café,  me dieron dos... quería escribir y tus letras me interrumpen, levanto la cabeza y observo que hay mucha gente escribiendo a mi alrededor, siento como el mundo a su alrededor cambia, se arremolina, florece e implosiona en ideas nuevas y compactas, ideas largas y pasajeras,  mi amigo imaginario ríe, me como un muffin de frambuesa: hoy tengo sobredosis de café...

Ps.: leí dos cuentos de los Cronopios de Cortázar... no era el día indicado, me dejaron agitando las alas con afán de largarme a cualquier lado... claro, en buena lid, pero lejos del mundo.
Creo que comenzaré a escribir algunos cuentos acá... hablándote prosaicamente (nótese la fusionezca del asunto) y quizás nazca algo interesante y con faltas ortográficas...

martes, 15 de enero de 2013

Cigarrillo



Para Andrea Silva ,
la mujer más valiente  que conozco...
(fuma Marlbolo rojo)


Te he abandonado, cigarro,
Eslabón de muerte perfecta
Agradable niebla de ensoñaciones nocturnas.
me he alejado,
y sin embargo, te necesito:
si, te necesito de tanto en tanto
será porque soy un escritor hecho a tu medida,
por mi vida a medias
por mi torpe espera
por mi afán de superhéroe
o las ganas de llorar
por creer en la medicina
y en la rendición de mis ejércitos
(lo siento, divago entre mentiras)
Porque me falta el coraje
Porque no me basta todo esto
Porque prefiero las pastillas
Al cuchillo frío o el vacío sincero.
Te he negado mi hermano,
Aun cumpliendo los designios:
tu amargura me ataba los recuerdos
En larga cabellera de conjeturas y palabras
Servía para disfrutarte
Junto a la gloria de la muerte
Junto el tremor del cobarde y el temeroso…
Hijo de la blanca aurora
Rompe ya mi terca voluntad
Llévame de vuelta
Al inicio de aquella melodía
Al inicio de la memoria prostituída
Sálvame de morir en manos de la vida
Y dame muerte con tu calor de nicotina