viernes, 28 de junio de 2013

Cosmogonía




Los antiguos artistas usaban varas de madera para dibujar sonidos en la yerma soledad, y por ley primera se pregonaba un castigo a quién hiciese algo diferente: destierro. Cierto día, y por usar las manos y su voz en la tarea que servían las varas secas, uno de ellos fue desterrado del desierto hacia los confines del tiempo; cierto día este encontró en los sonidos que aprendió una serie de silencios y vacíos tormentosos, llenos de caos y absurdo. Ante esto, con los ojos cargados de un brillo jamás visto en los de cualquier otro, decidió llenarlos con movimientos y cantos nunca antes recitados: sonidos y danzas fueron grabados sobre su piel primigenia, mezclando el sudor de su rostro y la tierra que se fundía bajo sus manos, cada cual con nombres únicos y verdaderos.
Luego de siete días, y ya terminada la tarea, introdujo sus pies al nuevo mar y desapareció junto al universo que había creado. La historia cuenta que estrellas nuevas brillaban sobre aquel cielo iracundo que olvidó a los dibujantes y perpetuó al creador solitario.

No hay comentarios: