Raziel
acostumbraba a entrenar en los campos yermos de las tierras bajas, cerca de los
acantilados, ya que intuía – y aunque no todos le creían – que prontamente se
desataría la guerra contra la el grupo de los errantes oscuros. Utilizaba, con
cautela pero sin limitarse, la mayoría de las técnicas básicas que había
aprendido como mago de los elementos en su viaje por las tierras interiores,
esperando mantenerse en condiciones para defender al pueblo que lo acogió y,
por sobre todo, a Iris, la mujer por la que hace un tiempo decidió quedarse.
En
un giro de su espada y mientras realizaba un conjuro de articulación, el aire
se tornó más denso y los pasos más pesados y el pecho le ardió, señal clara que
algo no estaba bien… y tenía razón. Un grupo de unos sesenta oscuros
aparecieron por el lado norte del bosque, comandados por un demonio de mediano
rango, de armadura completamente negra y el triángulo invertido en el pecho, del color
de la sangre que nunca los sacia por completo; se le abalanzaron al instante y
de manera súbita. “buena practica” pensó entre dientes, sin dejar de estar algo
preocupado por la cantidad y lo peligroso del líder de aquel grupo.
Entonces
la tierra se abrió y se tragó a algunos, el mago agitó una mano y las raíces de
los árboles atraparon a otros tantos, recitó los versos de transformación y en
un parpadeo era un Aven que agitaba sus alas velozmente, mientras golpeaba a
otro grupo, se elevaba a varios metros por el aire, alzaba su báculo y los
rayos caían sobre un suelo del que brotaban más enemigos: sintió el golpe de la
energía oscura del demonio mayor, tuvo miedo al caer al turbulento río pero
alcanzó a sujetarse de unas ramas, mientras usaba el agua para defenderse de un
nuevo grupo, lo acorralaron…
El
tiempo se detuvo un instante, al igual que su respiración y recordó al más
importante de sus maestros, quien en las costas del norte le enseñó el lenguaje
antiguo… “Las estrellas no temen a la oscuridad que les rodea”. Entonces corrió
hasta el borde del acantilado, pensó en la mujer que lo enamoró y una sola
convicción lo recorrió: no podía fallar.
Se
lanzó sin dudar y tras de sí un gran grupo de oscuros apuntando sus espadas a
su cuerpo. Gritó con todas sus fuerzas y mientras giraba en el aire se
transformó en un dragón mayor, lanzando un gran tornado de fuego hacia los
seres que caían tras de sí: su mente estaba completamente en blanco, intentando
controlar la furia que comenzaba a dominarlo. En dos aleteos Raziel llegó de
vuelta al borde de la inmensa caída, recuperando su forma humana y envuelto el
un halo blanco que hizo temblar la tierra que lo rodeaba: creatura que se lanzó
a atacarlo se desintegraba, ataque oscuro que lanzaba se desvanecía al
instante, sus ojos brillaban con aquel tono dorado del sol que dejaban claro su
estado de trance, el poder elemental. El comandante, de nombre Barshe, gritó el
nombre del mago mientras se lanzaba hacia él envuelto en furia, pero en respuesta solo recibió un ataque:
pareció como si los cuatro elementos se fundieran en uno solo y como infinitas
flechas atravesaran la negra coraza, mientras se expandía la esfera
incandescente, destruyendo a los soldados restantes. Todos Desaparecieron casi
al instante que el mago caía de rodillas, extenuado y tembloroso por el
esfuerzo.
Todas
sus sospechas se habían confirmado de la peor de las formas: el alzamiento de
los oscuros era inminente y llegarían hasta su aldea. Solo le restaba
prepararse.
1 comentario:
Interesante propuesta...Espero seguir viendo este tipo de escritos, forman parte de la diversidad...
Otros mundos,...
Buen escrito, me gustaría que incorpore los unicornios en uno de sus escritos.Desde ya se le agradece.
Saludos.
NURTH
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