domingo, 12 de mayo de 2013

Fluir


    


    
    Y el cielo deja de ser una metáfora mal hecha cuando los oyentes desgarran sus manos entre hombres de barro y ojos marinos y desolados. En ocasiones, tu nombre se eleva como paloma o gorrión arcoíris, abandonando el ridículo de la tierra y las tinieblas de una espera aletargada e insurrecta; a los magos y a las rocas lanzadas a los pecadores se les debe mucho más que el azote de las olas, ambos necesitan la candidez de unos labios furtivos y ropas agresivas de noches y silencios, sobre todo el mutismo y amores malheridos, sangrantes, funestos, perdidos, consumidos como un cigarro a medianoche.

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