"Por qué, con tus encantamientos infernales
me has arrancado a la tranquilidad de mi primera vida..."
Discurso de la Mandrágora,
En Rayuela, Julio Cortázar
No puedo con las profundas verdades
O defenderme de las dudas y misterios
No puedo servir sin gracia
O ser servido sin vergüenza
No puedo ver cómo te arrancas
Las mariposas clavadas en los ojos
O vomitas las últimas palabras que nos
dijimos
Apenas si puede el lápiz convocar las
marcas
Que forman estas letras
Ver como se desgranan los acordes de
tus manos
Agrietando la esperanza y su absurdo
mausoleo
Agrietando aquel tiempo
Que fue uno y bueno
Uno y nuestro…
Ahora ahogamos nuestro llanto de ataúd
Nuestro llanto de ánima sin cementerio
Sin poder mirar más que la luna
Sentados en aquella escalera que no
lleva
A ninguna parte
Y hablarle a los recuerdos
A los gatos y el viento
Hablar de lo innecesario
O guardar silencio
Y seguir sonriendo
Tan amable y sin sentido como siempre
Cosiéndome en la frente
Este absurdo
Carpe Diem…
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