sábado, 1 de mayo de 2010

Relato A (inadaptado)




Tengo ganas de gritar, de moverme junto con la luz resplandeciente del foco para evitar el frio de la noche se que deja sentir. Nunca es fácil comportarse debidamente y poder seguir a las mariposas que revolotean por el camino antiguo, justo al lado de los campos de trigo, porque debíamos avanzar en silencio o soportar las miradas que llueven como pequeños mosquitos atraídos por el resplandor del fuego. Quizás no Debí escapar de casa, pero me cansaban los regaños por cualquier cosa. Siempre fue el silencio, siempre fue la mirada baja o los dibujos en las paredes; yo no tenía la culpa de sentirme diferente a ellos, de jugar con mi perrito durante horas hasta dormirme abrazado a él. Ahora ya no me queda mas que gritar un poco mas fuerte, saltar y buscar una forma de volverme un poco mas alto, con suerte alcanzaría el borde, poder subir. ¿Y luego que? Han pasado varios días desde que aquel señor me llevó en el camión cargado de paja a varios kilómetros de la ciudad, porque allá todo era tan aburrido y no podía hacer más que trabajar y aguantar.

El atardecer era hermoso, me gustaba ver las nubes altas y a los tordos paseándose entre la maleza y el campo repleto, pero desde aquí no se ve nada, se pone todo cada vez mas frío y esto ya parece un bailecito que me causa risa (y lo hago por abrigarme)…quizás esta es la suerte de todos los inadaptados: huir y terminar atrapados entre sus propios juegos, con hambre y el hielo entumiendo los huesos. No se si debiese tener miedo, si llorar o solo esperar que pase algún milagro que me saque de este embrollo, ni siquiera sé porque pienso todo esto, como si me ayudara en algo recordarlo todo, como si me hiciese sentir menos culpable.

No, no hay explicaciones, solo sucedió, por seguir a las mariposas, por quedarme acampando en plena llanura, lejos de todo cuanto conocía, pensando que en la vida las cosas suceden igual que en los libros, donde algunos salen de sus hogares buscando un mejor futuro, conociendo gente importante, buenas personas que prestan auxilio a quienes lo necesitan en el momento justo… sucedió porque por primera vez en mucho tiempo me sentía libre y feliz, podía reír y cantar, podía gritar y repetir mil veces el nombre de mi madre sin que mi padre me golpeara con lo que tuviese a mano, restregándome en la cara que estaba muerta, que yo la había matado al nacer, podía hacer lo que quería, pero no vi el pozo, no lo vi.

1 comentario:

Anónimo dijo...

aca se nota, el querer safar, llegar a otros horizontes, desentumecerte, de tanta mediocridad, quieres ser y seras