Esa mañana, mientras avanzaban las obras de reparación de la carretera,
una pala cavó en un lugar que no debía, apareciendo bajo unas piedras tres
sacos con restos humanos. El teléfono sonó temprano avisando inmediatamente al
comandante Romero sobre el asunto, ya que debían tomarse medidas urgentes para
evitar mas escándalos y no arriesgar así una de las cabezas mas importantes a
cargo del país: el vicepresidente. Siguiendo con el plan estipulado hace años
ante este tipo de situaciones, se intervinieron los canales de comunicación en
las instituciones correspondientes y se llamó a terreno a un par de
“especialistas” en el área arqueológica para cotejar las osamentas.
Varios días después aparece un artículo en la prensa sobre restos
indígenas hallados en las afueras de Santiago por un grupo de trabajadores, en
los cuales se habrían encontrado cerámicas y otros objetos que acreditarían
este hecho. No fue difícil cubrir las huellas de lo sucedido, los peones eran
jóvenes y de pocos recursos, únicos testigos. Tan pronto como la expectación
disminuyó, se archivaron los restos quedando una vez mas como aparecidos
anónimos, salvo un trozo de papel que la pala liberó de un bolsillo y se alejó
del lugar: " hermana mía, si lees esto, no lo logré... me callaron para
siempre.”
1 comentario:
en tu mente hay espacios donde tus ideas forman historias fascinantes incluso me transportan, y no es q quiera decir cosas buenas sino es q verdadera% me ilusionan. gracias !!!!
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